La polémica es entre los vecinos que rechazan las obras que el gobierno de la Ciudad planificó en el Casco Histórico por los trabajos de conservación y renovación de más de setenta cuadras del barrio de San Telmo.
El lunes pasado las autoridades del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires anuncio la puesta en valor del Casco Histórico de la Ciudad y generó una serie de polémicas entre quienes están a favor y quienes están en contra de las obras.
El proyecto indica que se intervendrán más de 67 mil m2 de espacio público en el polígono delimitado por Tacuarí, Avenida De Mayo, Avenida Juan de Garay y Paseo Colón. La iniciativa demandará una inversión de 2.200 millones de pesos y su finalización está prevista para mayo del 2023.
Aunque las autoridades del gobierno de la Ciudad aseguran haber mantenido reuniones con asociaciones vecinales y comerciales, la transformación del Casco Histórico generó dudas, y rechazos, entre los residentes de la zona, sobre todo en lo que respecta a la nivelación de las veredas con las calles y a la contaminación sonora.
En este sentido, una de las vecinas del Casco Histórico y arquitecta ,Marta Stolkiner, explicó su descontento: “No estoy de acuerdo con las obras porque la particularidad de San Telmo es conservar su carácter original. No es casual que por ley esté prohibido modificar las aceras, por ejemplo, que son las características del barrio”, y agregó “Esta modificación desvirtúa lo que el Casco Histórico vale como tal. Se va a producir una modificación del perfil urbano que va a adulterar el perfil de las calles de San Telmo”.
Con respecto al arbolado, otro de los puntos cuestionados, Stolkiner afirmó que “a los vecinos nos llama la atención que hablen de arbolado después de que talaron los árboles de la avenida Paseo Colón. Se talaron setenta arboles añosos por la extensión del Metrobus del Bajo”.
En tanto, Jonatan Baldiviezo, director del Observatorio del Derecho a la Ciudad y también vecino de San Telmo aseguró que “el gobierno porteño para legitimar el negocio de los convenios urbanísticos decidió que el dinero obtenido de las excepciones inmobiliarias para construir torres sea destinado a revitalizar el Casco Histórico de la Ciudad. En los sectores de oficinas impulsará su residencialización. Y en sectores residenciales estimulará el crecimiento de la oferta de comercios y servicios gastronómicos, liberando el uso del espacio público. Se pretende pasar de un barrio histórico a un barrio turístico. Un claro ejemplo de un proceso llamado de Turistificación (gentrificación por el turismo)”.
En la misma línea, Ana Bas, militante de la organización Basta de Demoler, manifestó: “Cuando desde el gobierno de la Ciudad se anuncia la puesta en valor de un área, el patrimonio porteño se estremece. La última intervención realizada en el Casco Histórico, en Defensa y Alsina, es ilustrativa. Aún sin fallo en la Justicia, se niveló calzada y vereda, se implantaron bolardos, se iluminó con farolas chinas de pie, se intervinieron los interiores de los edificios históricos, se amplió el Museo de la Ciudad con pobre factura y sin recordar a su creador y gestor, el arquitecto José María Peña, en aras de una modernidad incomprensible”.
En contra de lo que dicen los vecinos, Edio Bassi, también vecino, y presidente de la Asociación de Comerciantes del Casco Histórico, está de acuerdo con las obras que se están llevando a cabo ahí: “Estoy de acuerdo con los trabajos que se están desarrollando en el área. La nivelación de las calles y aceras será una forma de unir todo el Casco Histórico. La calle de convivencia es un concepto moderno que levantará a las calles que estaban un poco abandonadas. Estoy de acuerdo con la idea de que Bolívar sea una calle de convivencia, que favorezca la peatonalización y el uso de las bicis, y que, además, sigan circulando autos. Será una forma de unir el Casco Histórico y puede tener buen impacto comercial. Para el comercio, inicialmente, es una medida favorable”.