De acuerdo con diversos relevamientos realizados tanto desde el área estatal como privada, el incremento ronda el veintiocho por ciento en los últimos siete años.
La franja etaria que más creció fue la que se ubica entre los 13 y 20 años. Los especialistas coinciden en señalar que los excesos comienzan en domicilios particulares, durante las llamadas popularmente “previas”.
Esta realidad que se multiplica en todo el ámbito de nuestra Ciudad, va más allá de estratos sociales y situación económica, afectando a todos por igual.
El porcentaje de jóvenes que consumen bebidas alcohólicas de manera regular y hasta abusiva, llego en 2017, al 60,5 por ciento.
La publicidad insiste en la necesidad de tomar alcohol para “pasarla bien”, algunos padres, malentendiendo su rol, prefieren “hacer la vista gorda” antes que dialogar con sus hijos y establecer los límites que sean necesarios.
De esta manera y sin una legislación correspondiente, cada fin de semana, cada feriado, se produce una nueva pesadilla. Muchas de ellas, con terceros afectados, que pagan esta locura alcoholizada con accidentes de gravedad, con la misma muerte, o con todo tipo de destrozos en las instalaciones de su confitería, vivienda, etc
Es de esperar que pronto tengamos normas que, junto con la profundización de campañas de concientización acerca del consumo responsable, vaya normalizándose este auténtico flagelo que parecería no tener freno alguno.