Los espacios verdes y avenidas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se llenan de color con los más de 5.000 ejemplares de esta especie que de las más vistosas de la arboleda urbana que tiñe de rosa las calles de Buenos Aires.
La floración de más de 5.000 ejemplares de la variedad Ceiba con su forma imperfecta, abundantes flores rosadas y sus verdes troncos poblados de aguijones puntiagudos se destacan entre los de mayor presencia en los espacios verdes de la ciudad.
Por su parte, Julia Domeniconi, secretaria de Atención Ciudadana y Gestión Comunal, dijo: “En la Ciudad contamos con más de 430 mil árboles, de los cuales unos 370 mil se ubican en veredas y el resto en los espacios verdes. El palo borracho rosado ocupa el cuarto lugar de las especies más frecuentes en plazas y parques detrás del eucalipto, la tipa blanca y el jacarandá”,
La funcionaria porteña agregó: “Trabajamos junto a nuestra Dirección General de Espacios Verdes y Arbolado, en coordinación con las 15 comunas, hemos formado un equipo de expertos provenientes de la Facultad de Agronomía de la UBA y tenemos el objetivo de incrementar cada año la cobertura verde y de sombra que proveen nuestros ejemplares”.
Es popularmente conocido como “palo borracho” sin embargo, su nombre real es del género Ceiba, es originario de las selvas tropicales y subtropicales sudamericanas. Es fácilmente reconocible a simple vista por sus llamativas flores de color rosa que es la que más abunda en la Ciudad aunque también blancas y amarillas (Ceiba chodatii). En tanto, sus ramas verdes y su tronco curvado lo asemejan a una botella que le generó su apodo.
El palo borracho comienza a florecer en verano y se extiende hasta el otoño. La brotación de sus hojas presenta un color dorado tornando al verde claro cuando son jóvenes. Al momento de la apertura de sus frutos, el árbol exhibe un material similar en apariencia al algodón que ornamenta de blanco sus copas.
Las flores de esta especia son de gran tamaño y se disponen en pequeños grupos o aisladas, con pétalos de aproximadamente 10 centímetros de largo y bordes levemente ondulados, son de color rosado más o menos intenso según cada ejemplar.
Se suelen observar en los parques y plazas, no así tanto en veredas, debido a su gran porte y el crecimiento extendido de sus raíces. En el territorio porteño se pueden encontrar dos especies de palo borracho, el de flor rosada o samohú, que es el que posee mayor número de representantes, y el de flor blanca o yuchán. Ambas variedades pertenecen a la misma subfamilia del baobab.
La especialista Marcela Palermo Arce, de la Dirección de Espacios Verdes y Arbolado, encontró algunas referencias respecto a la introducción del palo borracho en el trazado de la Ciudad en el libro “Recuerdos de Infancia” de Carlos Alberto Carranza, texto escrito por el sobrino de Ángel Justiniano Carranza sobre la Buenos Aires de fines del siglo XIX.
La especialista toma una del libro que dice: “Mucha arboleda, de toda clase y hasta se exhibía un palo borracho (‘bitaca’, en quechua) y un algarrobo; los primeros ejemplares de esta especie que se introdujeron en Buenos Aires y que fue mi padre quien los trajo de Catamarca y se los regaló al doctor Almeira, alrededor de 1865”.
La investigadora expresa que estos ejemplares no sobrevivieron, pero señala que aunque “la belleza y adaptabilidad de la especie hizo que desde principios del siglo XX fuera ampliamente utilizada en plazas y parques de la ciudad y en los grandes proyectos urbanos como los bulevares de la avenida General Paz o de avenida 9 de Julio”.