Las sedes diplomáticas de los Estados Unidos e Italia fueron declaradas Monumentos Históricos Nacionales. Sus fachadas y jardines marcan una época emblemática en la historia de la Ciudad.
El Palacio Bosch ubicado en Avenida del Libertador y Kennedy, desde 1929 es la residencia de los embajadores estadounidenses que cumplen funciones en Argentina. La mansión fue encargada a Sergent en 1910. El arquitecto francés, que nunca estuvo en el país, la diseñó con detalles típicos la época: una residencia con salones palaciegos, importantes áreas sociales. El Salón de Baile, por ejemplo, está inspirado en el de los Espejos del Palacio de Versalles y uno de los jardines cuenta con el diseño de otro francés, Achille Duchêne, y la realización de un compatriota, Carlos Thays.
En tanto, el Palacio Alvear – Ortiz Basualdo, de Billinghurst y Avenida del Libertador, sede de la Embajada de Italia, del mismo modo que el mencionado anteriormente cuenta con este reconocimiento, que ya fuera publicado en el Boletín Oficial, mediante los decretos 1084 y 1085. De esta manera, la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos avanza en la postulación de Buenos Aires y La Plata como Patrimonio de la Humanidad ante la UNESCO.
El Palacio Alvear-Ortiz Basualdo fue también proyectado desde Francia, pero por sus propios dueños, que vivían en aquel país y lo pensaron como una suerte de réplica del Hotel Biron. Federico de Alvear y Felicia Ortiz Basualdo eran aficionados al arte y a la arquitectura, y planificaron hasta los muebles de la residencia.
Cuando volvieron a Buenos Aires, tres años después de comenzados los trabajos, se encontraron con que la orientación de la mansión no era la que habían ordenado. La casa quedó mirando hacia Billinghurst y no hacia Libertador. De todos modos, la habitaron pero solo seis meses: las deudas apremiaban a la familia y Felicia la puso a la venta. Desde 1924 es la Embajada de Italia.
