Nuestra Ciudad está llena de lugares maravillosos, sorprendentes, que no pasan de moda, como por ejemplo, “Flores Porteñas”, visitarla significa mucho más que adquirir determinado producto, confitura, sándwiches o el emblemático pan, es ingresar a un mundo creado sobre un lote que perteneció a Josefina Sarmiento, hermana del educador y presidente argentino, Domingo Faustino Sarmiento. Hecho documentado por los historiadores en 1885.
De diseño impactante y cuidado a través del paso del tiempo, donde se destacan los vitreaux, ornamentaciones en madera, desde un frente vidriado que permite detenerse para observar la variedad de exquisiteces que producen con dedicación y experiencia.
En una época, disponía de mesas que invitaban a compartir un delicioso café. Recuerdan los memoriosos vecinos del barrio, que se podía ver a grandes exponentes de nuestra literatura como, Leopoldo Marechal, Raúl González Tuñón, Julio Cortázar, participando de prolongadas tertulias.
La sensación que de manera inevitable surge al entrar al hermoso local preservado de la avenida Rivadavia al 3100, es de encontrarse en un lugar especial, podría ser un museo, ¿por qué no?
Desde la pared central, se impone un increíble reloj antiguo restaurando, y la cartelería típica de otro tiempo, que señala: “Servicio de Lunch, pida presupuesto”…
En los laterales, sobresale la pintura inspirada en tres damas peinadas al estilo de los años veinte, y una leyenda escrita en color oro, que dice: “Flores Porteñas-Confitería y Panificación-Suprema Calidad”.
En la actualidad, el público es variado: gente de paso, comerciantes, habitúes… El diálogo junto al intercambio de recuerdos, le ha permitido a los nuevos dueños, recuperar la historia de la panadería, tan rica en vivencias desde una geografía porteña tan particular, inolvidable.
