El equipo xeneize logró su título número 73. Como a lo largo de todo el campeonato sufrió, para consagrarse en un empate 2-2 en la Bombonera con Independiente; Racing no pudo con River que ayudó a su eterno rival ganando en Avellaneda
La definición del campeonato fue dramática, llena de especulaciones y que no tuvo nada de lo que se insinuaba. Independiente y River se dejarían vencer para no favorecer a su eterno rival, nada de eso sucedió y Boca fue un justo campeón de la Liga Profesional.
En la fecha final Boca jugaba un clásico contra Independiente, y el rojo no le puso las cosas fáciles, le empató el partido dejando la definición a lo que sucediera en Avellaneda. Allí Racing tuvo su oportunidad con un penal en los últimos cinco minutos para superar a River pero apareció Armani y lo atajó dándole un sacudón al equipo de Gago y luego apareció Miguel Borja y River ganó el partido para facilitarle la ventaja a su archirrival. Boca es nuevamente el dueño del título local y sumó su estrella N°73.
Una definición a la que le sobró respeto y profesionalidad, los términos utilizados por Fernando Gago que, según su visión, serían faltados si los “jueces” de la historia perjudicaban a su clásico.
En una bombonera repleta, los hinchas xeneizes armaron un recibimiento espectacular: la bandera que es habitual verla en el césped desde el superclásico (1-0) apareció en la totalidad del palco preferencial que tapaba el espacio que le corresponde a Juan Román Riquelme y su gente, pero aún no estaban: ingresaron faltando dos minutos para el inicio.
El equipo de Boca salió con las ideas claras sabiendo que dependía de su propia actuación, si ganaba era campeón. Pero pasaban los minutos y el local no avanzaba, e Independiente empezó a animarse. La primera fue a los 24 minutos cuando Carlos Zambrano tuvo un cruce heroico ahogándole el gol a Lucas Romero. Luego, Lucas Rodríguez fue tocado en el área por Luis Advíncula, a los 28: del penal se encargó Leandro Fernández y no dejó dudas en la ejecución.
La tensión se apoderó de la Bombonera pero desapareció pronto. Apenas dos minutos después, “Pol” Fernández cabeceó un tiro libre de Oscar Romero en una peinada que encontró el gol en el ángulo del segundo palo. Para terminar el primer tiempo, otro momento inquietante que vivió Boca requirió de un tapadón de Rossi.
En Avellaneda no se sacaban ventajas. Entonces, aquel televisor que mostraba el partido de Racing y River dejó de tener importancia cuando Sebastián Villa, ingresado en el descanso, remató seco el tiro libre que tuvo a los cuatro minutos y Milton Álvarez atinó sólo a ver cómo la red se inflaba. Fue su primer gol tras la rotura de menisco. Boca ganaba y se sentía más cerca, aunque la definición aumentaría su ritmo frenético a los diez con el gol de Racing. “Vamos, Xeneize, no podemos perder”, intentó avisar la gente.
Faltando diez minutos para el final, el pánico y el alivio, juntos. Los del Rojo gritaron con fuerza el gol de Vallejo, que puso el 2-2, que terminaría siendo definitivo, y que a las tribunas boquenses les generó un nudo en la garganta, le llevó las manos a la cabeza y los auriculares y la tele volvieron a prenderse para escuchar o ver el final de lo que sucedía en Avellaneda.
Miguel Borja había puesto el empate de River. “No se puede más, es una locura”, decía un hincha. Y llegó el penal agónico para la Academia. Ante la repetición, los hinchas se miraron al mismo tiempo y juntaron de igual manera los dedos, haciendo montoncito: no había pasado nada, pero en los pies de Jonathan Galván estaba el título de Racing. Porque Boca, en cada parte del estadio, ya se sentía derrumbado.
Otro actor que apareció en las tribunas fue el delay. En otros sectores se enteraron antes de la atajada de Armani. Cuando se ratificó en la TV de la gente del Rojo, el festejo fue recíproco. Al igual que al momento del gol del triunfo de River. Boca levantaba el título y River e Independiente dejaban una buena imagen.
El final del campeonato llegaba con la última fecha con Boca sumando un punto y Racing nada. Pitazo final y fiesta en la Bombonera. Fuegos artificiales, juegos de luces, la estrella 73 sobre el campo, ovación a Riquelme y una nueva bandera sobre el campo: “Boca es grande por su gente”. Al tradicional “¡Dale, campeón!” se sumó la cargada: “Me parece que Racing no sale campeón. Sale Boca, sí, señor”. Un título épico.